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18 marzo, 2018

Ribeira de Pena, tierra fértil


Ribeira de Pena está situada en el Alto Tâmega, región norte de Portugal. Nos dirigimos allí desde Cabeceiras de Basto por una carretera comarcal -la R311- que llega hasta Boticas y por la que debíamos ir atentos, ya que en cualquier curva te podía aparecer una vaca o una oveja. Existe un desvío anunciado antes de llegar a Boticas y conviene ir alerta para no pasártelo. 

Ya había anochecido cuando llegamos a Ribeira de Pena y a nuestro alojamiento, el Pena Park hotel, porque por la carretera que cogimos, después del desvío, no se podía correr y además era tremendamente zigzagueante. Agotadora. 


La acogida en el hotel fue muy buena. Nos indicaron nuestra habitación. La pedimos tranquila y con buena vista. Nos dieron una habitación espaciosa, cómoda y con una gran cama. Un espacio tranquilizador. Teníamos aún una hora para ir al spa y la aprovechamos. Nos dejó nuevos después de un largo día de viaje. Estuvimos solos. Absolutamente relajante. 

 
 

Ribeira de Pena es una población de unos 2500 habitantes. Aunque, el núcleo urbano es pequeño. La población se dispersa por el valle y las laderas de las montañas que rodean esta localidad. El paisaje es muy bonito, de altas montañas cubiertas por espesa vegetación típica de esta zona: robles, pinos, encinas, tejos, altos alcornoques y castaños. Muchos castaños. Es interesante visitar el Parque Ambiental do Bucheiro que está cerca del centro urbano. Posee una muestra de la diversidad vegetal y animal que hay por esta área.

Ribeira de Pena es esencialmente agrícola y ganadera. Se aprecia en el tipo de vida tranquilo y dedicado al campo. Los inviernos son duros, porque algunas zonas quedan siempre en sombra y la humedad hace crecer los helechos y musgo por todas partes.


En invierno, en el campo predominan las tonalidades verdes, el naranja y los tonos ocres. La humedad es constante y ves por los alrededores riachuelos que van río abajo. Huele a leña quemada y las chimeneas de las casas despiden un espeso humo blanco. 

Por los alrededores, hay un buen número de senderos por los que puedes hacer largas caminatas. Cerca varios ríos recorren esta región: el Tâmega, el Póio, el Louredo y el río Beça.





Como muchas otras poblaciones del norte de Portugal, en el pequeño núcleo urbano se alza majestuosa una gran iglesia. La iglesia barroca del Divino Salvador. Como muchas otras, también, con un alto campanario y los típicos azulejos blancos y azules tan característicos portugueses y de los que no me canso nunca de admirar. 

 
 

Nos asombró que hubiese varios museos. Después comprobamos que Iberdrola había hecho una inversión enorme en el municipio, para la construcción de una enorme presa y una central hidroeléctrica. No sé cómo acabará el proyecto. Pero desde la carretera, N 206, se pueden ver las faraónicas obras que se realizan en el bonito valle por el que pasa el río Tâmega. Existe un macro proyecto de tres centrales hidroeléctricas que afectan a tres poblaciones de la región. Una de ellas Ribeira de Pena. Otras creo que son: Boticas y Chaves. Es una zona tan poco contaminada por el progreso que entristece pensar que esa área geográfica con una naturaleza tan espectacular y virgen pueda quedar afectada por estas descomunales obras.


04 marzo, 2018

Nájera y el río Najerilla

En un pequeño valle por el que cruza el río Najerilla, afluente del río Ebro, se localiza la ciudad de Nájera, en la Rioja Alta. Una ciudad con un pequeño barrio, llamado "La zona" con edificios antiguos, pero el resto de la ciudad es de nueva construcción, con pisos de varias alturas y con un trazado urbano un poco caótico.

Fuimos a Nájera para visitar el famoso Panteón real de Santa María la Real.

Durante el medievo, Nájera fue segunda capital del Reino de Navarra. De ahí su importancia. Situada en el Camino de Santiago. Forma parte de la ruta de los peregrinos a Santiago de Compostela.


Aparcamos el coche en uno de los parking públicos que se suceden en el centro, cercano al río. Aprovechábamos que estábamos cerca del Parque Natural de Nájera para pasear por él, antes de ir a ver el Monasterio.

    
 
     

Este parque natural es el pulmón de la ciudad. Mientras paseábamos nos cruzamos con gente haciendo deporte. Es un lugar plano, paralelo al río, muy agradable para caminar o hacer deporte


Después del paseo, cruzamos el puente para ir a la parte vieja de la ciudad. Allí está el Monasterio, la Capilla de la Madre de Dios y la iglesia. También, la gran mole de piedra rojiza que durante siglos ha sido excavada, formando cuevas en la ladera de la montaña. Como ejemplo, las cuevas de Peñaescalera y la de Pasomalo. 

Además, una de las cosas más prácticas de esa parte de la ciudad es que hay una buena cantidad de tiendas dedicadas a productos de la tierra, para visitantes y turistas. Productos típicos de La Rioja tales como conservas, embutidos, miel y vino.


Nos gustó especialmente el Monasterio de Santa María la Real. Monasterio fundado en el siglo XI por Don García. Él era natural de Nájera. Dice la leyenda que fundó la Orden de la Terraza o de las Jarras, en agradecimiento a la Virgen, que encontró en una cueva de la montaña junto a una jarra con azucenas. Según la leyenda, este hallazgo le ayudó a ganar la guerra. Esa fue la principal razón para edificar el Monasterio o Panteón de los reyes del Reino de Navarra. 

  
      
        
  


La iglesia data del siglo XVI tiene tres naves con crucero. La primitiva cueva dónde Don García encontró la virgen está incorporada a la nave de la iglesia. En la entrada, se encuentra el Panteón Real con 12 sepulturas que datan del siglo X al XIII. 

En otra nave de la iglesia está el sepulcro románico de Doña Blanca de Navarra.

  
 
     


El claustro del Monasterio, ha sufrido varias reformas, pero sigue siendo un claustro espectacular. Sobre todo, por el trabajo en piedra que decora los capiteles y por los arcos apuntados que están decorados con una tracería calada que recuerda a los trabajos en ganchillo. Un trabajo en piedra muy delicado y poco común.